Hubo un tiempo no demasiado lejano en que los
pacientes con síndrome de Marfan podían llegar a pensar que, además de ellos
mismos y sus familiares, el único afectado por esta extraña enfermedad era, ni
más ni menos, que Abraham Lincoln. La llegada de Internet, la aparición de una
asociación como SIMA (donde conocer y relacionarse con otras personas afectadas)
y la apertura de en España de las unidades específicas de atención a los
pacientes con síndrome de Marfan han hecho posible que aquel pensamiento solitario
(Abraham Lincoln y yo) ya solo sea un recuerdo. Y a pesar de eso, de poder
relacionarse con otras personas, de conocer de mano fiable información contrastada
y relativa al síndrome y de disponer incluso de un Hall of fame como éste, el señor Lincoln continúa siendo un miembro
indiscutible de nuestro recorrido por los marfanilustres.
Abraham Lincoln nació en Hodgenville,
Kentuky, en 1809. Ni sus padres ni, claro está, él mismo, podían sospecharlo
todavía pero aquel bebé larguirucho estaba
destinado a ser uno de los artífices del mundo que conocemos hoy en día.
destinado a ser uno de los artífices del mundo que conocemos hoy en día.
Trabajó duro en su juventud y tuvo ocasión de
ver la realidad esclavista del sur de los Estados Unidos cuando aceptó un
contrato para llevar una balsa con mercancías desde Indiana hasta Nueva
Orleans. El joven Lincoln no tuvo ocasión de estudiar, pero se cultivó a base
de todas aquellas lecturas que caían en sus manos.
Abraham Lincoln poseía un carisma innato que,
unido a su sentido de la justicia y su capacidad oratoria, le resultó de gran
ayuda para iniciar una brillante carrera política. Tanto fue así que 1860, tras
haber perdido distintas elecciones a la vicepresidencia, resultó elegido
presidente de los Estados Unidos.
Los estados del sur plantaron cara al nuevo
presidente asegurando que la secesión era ya un hecho. La Guerra de Secesión se
inició al año siguiente, ante las insistentes actas senatoriales de Abraham
Lincoln en favor de la abolición de la esclavitud. Los estados de la Unión
(Norte) y los estados Confederados (Sur) se batieron en una cruenta batalla que
no terminó hasta 1865. El trasfondo real de aquella contienda lo explicaba el choque de dos
sistemas económicos bien distintos: industrial-abolicionista (Norte) y agrario-esclavista
(Sur). Nadie gana en una guerra, pero los libros de historia dan como
vencedores a los estados del norte.
El presidente Lincoln había renovado la
confianza de sus compatriotas en las elecciones celebradas en 1864. Acabada la
guerra, tocaba reconstruir el país. Pero el 15 de abril de 1865, mientras
asistía a la representación de una obra teatral en el Teatro Ford, un
simpatizante del sur le asestó un tiro en la cabeza que le arrebató la vida.
Es inevitable preguntarse cómo sería hoy el
mundo de no haber vencido el norte y los Estados Unidos de América hubiesen
quedado divididos. Cómo serían nuestros valores hoy día si en una gran parte de
su territorio, la esclavitud hubiera continuado siendo una forma legal de
producción de riqueza para un país, cuando ya se aproximaba peligrosamente el
siglo XX. Qué consideración tendrían los derechos humanos respecto a una lacra
como la esclavitud, que hoy se condena de forma unánime (aunque sepamos que se
ésta una postura algo hipócrita, pues se sigue practicando en esos países que
da la sensación que importan algo menos).
Las características de físicas Abraham
Lincoln dejan fuera de duda que padeció el síndrome de Marfan (1,96m de altura, sufría hipotonía muscular,
morfología de su rostro, etc). Así,
pues, nos quedamos con este presidente de los Estados Unidos en nuestra galería
de marfanilustres.
Fuentes consultadas:
http://es.wikipedia.orghttp://www.canalmarfan.org
http://sindromemarfan.blogspot.com
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